LA ÉTICA DE LAS
RELACIONES ORGANIZADAS
EL BIEN COMÚN
Para entender la responsabilidad ética del hombre de negocios es
necesario que se tenga una noción recta de lo que es el bien
común. En forma sintética podemos afirmar que el bien común es
el conjunto de las condiciones de la vida social que posibilitan
a los hombres el logro de la propia perfección en la forma más
plena y expedita.
Así las asociaciones y organismos, entre ellos la empresa, y las
muchas otras iniciativas -los negocios- en que se muestra el
progreso de la sociedad deben regirse por sus propias leyes que,
en pro del bien común, tiendan a una sincera armonía en la
consecución de los fines que se propusieron.
El papel productivo de la empresa, su finalidad social que, es
más amplia y general que la de procurar el bienestar de quienes
trabajan en ella pues debe alcanzar con sus bienes y servicios
al conjunto de la sociedad no puede quedar reducida al
entendimiento entre trabajadores y empresarios, sino que debe
servir para potenciar sus posibilidades y mejorar su capacidad y
calidad productiva en beneficio del bien común.
Los medios naturales, la técnica y la organización deben brindar
al empresario la posibilidad no sólo de ayudar a los hombres a
cubrir sus necesidades y un honesto bienestar, sino también para
llevarlos a una mejor condición de vida.
Por eso producir mayor número de bienes y hacerlo por el
procedimiento más idóneo, son exigencias hacia el empresario en
función de asegurar el bien común.
Por ello el empresario debe favorecer el progreso técnico, el
espíritu de innovación, el afán por crear y ampliar nuevas
empresas, la adaptación de los métodos productivos, el esfuerzo
sostenido de cuantos participan en la producción, todo cuanto
puede contribuir a un cumplimiento más efectivo del bien común.
La finalidad fundamental de este esfuerzo no puede quedar
reducida al simple incremento de la producción, ni a aumentar el
beneficio, ni tampoco su cuota de poder, sino que debe ser
puesto al servicio del hombre, del hombre integral, teniendo en
cuenta las necesidades materiales y las exigencias
intelectuales, morales, espirituales de todo hombre, de todo
grupo de hombres; así el empresario, siguiendo sus métodos y
leyes propias, servirá en forma eficiente contribuyendo al
desarrollo del bien común.
Pero para eso sus actitudes y comportamientos deberán estar
regulados por principios éticos, relacionados con el respeto por
los demás y la preocupación por el bien común y encuadrados
dentro de un diálogo humano. El diálogo es un elemento central e
indispensable del pensamiento ético de los hombres. Bajo forma
de un intercambio, de esa comunicación entre seres humanos, que
permite una búsqueda acertada hacia el bien común.
Este bien común supone la búsqueda de lo verdadero, bueno y
justo para todo hombre y para todo grupo de hombres, tanto en la
parte con la que se es solidario, como en la que se presenta
como adversario.
El diálogo es al mismo tiempo búsqueda de todo aquello que ha
sido y sigue siendo común a los hombres, aun en medio de
tensiones, oposiciones y conflictos. La búsqueda del bien común
por medios pacíficos, recurriendo a todas las formas posibles de
negociación y de mediación.
Ahora es necesario precisar, para evitar equívocos, la
diferenciación entre bien común y bien particular.
DISTINCIÓN ENTRE BIEN COMUN Y BIEN PARTICULAR
En síntesis podemos afirmar que el bien común es el de toda la
comunidad y el bien particular el de cada uno de sus miembros.
También se llama bien colectivo al bien común, pero bien
colectivo es aquel que hace referencia directamente a la
comunidad y sólo a través de ella a sus componentes.
También es fácil confundir bien público con bien privado. Entre
lo privado y lo público referido a una comunidad, la diferencia
es solamente de perspectiva. Se llama "privado" aquello en que
los individuos componentes de una comunidad son considerados por
sí mismos y “público" aquello en que la comunidad es considerada
preferentemente sobre los individuos que la componen.
Esclarecidos estos conceptos todo orden, incluso el social
presenta dos aspectos, uno de finalidad y otro de eficiencia. La
eficiencia consiste en preguntarse el "por qué” y la finalidad
el “para que”.
Con relación al bien común significa la eficiencia el
preguntarse “por quien", o sea por causa de quien se constituye
dicho bien. Debemos entenderlo por “el bien como producido en
común” este sería el aspecto eficiencia, y por el bien común
"destinado al común", éste referido a la finalidad.
Ambos términos llevados al lenguaje empresario significarían que
el aspecto eficiencia se refiere a producción y el aspecto
finalidad al consumo de los bienes, la primera afecta a los
medios y la segunda a los fines.
EL BIEN PRODUCIDO EN COMÚN
La producción de un bien tiene dos etapas. La primera es la idea
que tiene un hombre para realizar un producto, y a esto le
llamaríamos la etapa de la percepción, ya que no puede hablarse
de producción en términos de un hacer industrial.
Muchas veces los economistas, cayendo en un craso error, llaman
a esta la primera etapa del ciclo económico. Una etapa es la de
la composición y otra la de la realización. La primera comprende
la invención de herramientas o métodos de procedimiento y la
segunda la ejecución con el manejo por parte de los operarios.
Una y otra pueden ser realizadas en común o en forma individual.
El individuo es el punto de arranque de todo el progreso humano,
sobre todo por medio de sus facultades creadoras, que designamos
comúnmente con la palabra talento.
Todo individuo está dotado no sólo de sensibilidad y memoria
sino de una capacidad de elaboración que la denominamos
"cultura" de dos signos:
Uno "intelectual", que tiene su complemento en la "física" que
forma parte de la habilidad mayor o menor de realización. Otra
de estas facultades es también la sociabilidad, o sea la
capacidad para realizarse en convivencia con otros. El bien
común deja de serlo cuando se propone malograr los dones
naturales. A este respecto, cada individuo nace con una
determinada aptitud que es la que conforma su capacidad de
rendimiento y con una afición, que en conjunto componen lo que
llamamos vocación.
La vocación no es netamente acusada y perfilada nítidamente en
todos los individuos, es sensible en la mayoría y sólo la
percibe con nitidez una minoría selecta. Esta tiene una
importancia preponderante en el éxito del "orden social" que se
cifra en el auténtico descubrimiento y fomento efectivo de las
vocaciones Individuales.
Todo individuo está llamado a convivir con otros en un ámbito
social, y ello da origen a la división profesional del trabajo
que está relacionada con la diferente capacidad de cada uno de
los individuos. Pero no solamente por ello, porque caeríamos en
un craso error, sino además por la imposibilidad de que cada
individuo pueda atender debidamente a las innumerables tareas y
a su ejecución eficaz. Esto ha dado lugar a la especialización
que ha traído la limitación a problemas y temas cada vez más
concretos, lo que dio origen a las profesiones.
Con la división del trabajo social se hace patente el bien
producido "en común". Siguiendo a la idea de la especialización
aparece la formación profesional, que representa una tarea para
la cual el individuo no puede valerse por sí mismo y debe
recurrir al fondo común que existe en la sociedad de la que
participa.
Este fondo común puede ser transmitido por la vida privada en
"lecciones particulares" o por la vía pública por intermedio de
la escuela.
Hay una institución de carácter público y común en la producción
de bienes que es el dinero. No es un bien en sí mismo, sino un
valor que se conviene con los demás en forma de permuta o
cambio. Siendo grandemente limitativo es que se han buscado
crear otros elementos sustitutivos, como pueden ser los cheques
y otros efectos bancarios para que pueda realizar se sin
tropiezos la producción común del bien.
Todo lo hasta aquí mencionado tiene lugar en el ámbito del
Estado, al que le cabe la función de gerente o administrador del
bien común, que en su función esencial legislativa debe ser un
promotor del mismo.
LA EMPRESA
La empresa debe ser una estructura económica que se configure
conforme a la dignidad del hombre. En ella la justicia ha de ser
respetada no solamente en la distribución de la riqueza
producida, sino que debe permitir a todos y cada uno de sus
integrantes, que en el desarrollo de su trabajo tengan la
posibilidad de empeñar su propia responsabilidad y permitirles
su de desarrollo como persona humana.
Por lo tanto en toda empresa en la que se comprometa la dignidad
de la persona debe ser inmediatamente reformada su estructura
por injusta, aun en el caso de que su productividad alcance
altos niveles y la distribución de su riqueza se haga en
justicia y equidad.
Si bien dados los particularismos de cada uno de los sistemas de
producción es muy difícil, por no decir casi imposible,
determinar una norma general a este respecto, debe buscarse que
la estructura empresarial se con figure siempre a partir del
hombre y de la prioridad de este sobre los demás elementos que
la constituyen. Esa profecía debe ser en ambos aspectos tanto en
el individual como en el social, al establecer tanto la
finalidad de la empresa, como del conjunto de organismos que la
constituyen en el proceso de producción, distribución y consumo
de bienes y servicios.
Producción, lucro, dividendos, desarrollo, planificación,
tecnología, etc, no son el fin de la economía. La compleja
gestión económica es una ciencia y una acción al servicio del
hombre. Los bienes esenciales se producen para satisfacer sus
necesidades personales y comunitarias, para que el hombre se
realice y perfeccione en planos más elevados que el de la mera
subsistencia. Como consecuencia el trabajo no es sólo un medio
para poder subsistir.
El hombre que trabaja tiene derecho al acceso a los bienes
superiores de la existencia humana mediante el recurso de su
trabajo. Allí nace la exigencia de justicia en las unidades de
producción y esto debe darse a cualquier nivel del trabajo del
hombre, específicamente y técnicamente diverso y asociado.
Mediante el trabajo al hombre, tomando como punto de partida su
dignidad, la empresa debe permitirle alcanzar el ejercicio de
sus cualidades más nobles, su inteligencia, su responsabilidad,
un mínimo al menos, en la operación de los medios y fines de su
actividad productora.
Toda empresa, pequeña, mediana, grande, estatal, privada,
industrial, comercial, agrícola, debe llegar a ser una auténtica
comunidad de personas.
CONCEPTO DE EMPRESA
Nos parece importante comenzar este punto definiendo el concepto de empresa. Podemos abarcar el concepto de empresa desde tres puntos de vista distintos: como actividad del empresario, como organización económica y como grupo social humano. Examinaremos las características fundamentales de cada uno de ellos.
a) COMO ACTIVIDAD DEL EMPRESARIO
Es el ejercicio de una actividad económica organizada con la
finalidad de actuar en el mercado de bienes y servicios.
Esta definición reconoce como origen el concepto etimológico del
término empresas acción de emprender, y el empresario resultaría
un emprendedor, resaltando así su iniciativa y responsabilidad.
A pesar de que en las estructuras modernas de la empresa existe
una preponderancia creciente hacia el trabajo en equipo, sigue
teniendo preponderancia sobre todo en las etapas de concepción y
creación, la energía creadora de una persona.
b) COMO ORGANIZACION ECONOMICA
Es una unidad económica organizada y autónoma dirigida a la
producción de bienes o de servicios para el intercambio con
otras unidades a través del mercado.
c) COMO GRUPO SOCIAL HUMANO
Es un grupo social humano constituido por personas libres que,
organizadas jerárquicamente y profesionalmente cooperan mediante
formas diversas como sujetos de derecho, sobre la base de
contratos libremente concertados y con la finalidad común de
producir bienes y servicios para su intercambio económico.
Esta definición parte del concepto de hombre, como autor, centro
y fin de toda la vida económica social, podríamos decir que es
el concepto antropológico de la empresa que cada día tiene más
vigencia. Este concepto lleva implícita la participación de los
trabajadores y se afirma en lo que ya hemos expresado de la
comunidad de personas. Así la empresa pasa a ser una unidad
social de producción y una unidad de servicios entre los
hombres. Este es el concepto que más se acerca al tema que
queremos encarar de la aproximación a la ética de la empresa
como fenómeno típico y profundamente humano.
Partiendo de los fundamentos históricos presentes y su probable
de desarrollo futuro y los factores endógenos y exógenos que la
condicionan y la relación con los contextos internos y externos
que la forman y su función social hacia los integrantes de la
sociedad en la que está inserta como aproximación aportamos esta
definición:
Es una organización del trabajo, ordenada a la creación de
riquezas, que beneficia y contribuye a la realización de sus
integrantes y sirve a la comunidad en la que se inserta.
Esta empresa si definido acciona a través de una serie elementos
entre los que se destacan su libertad de decisión y de acción,
elementos constitutivos fundamentales para definir a una empresa
libre, y que se completa con la acción del empresario que se
distingue por el riesgo y la incertidumbre, exigencias tales que
si no existen podrá haber un agente económico pero nunca podrá
llamarse empresa.
La empresa cumple una serie de funciones económicas y sociales
entre las primeras podemos citar por su importancia, al capital,
a la inversión, a la retribución a los distintos factores que
intervienen en su accionar y las funciones sociales serían sus
relaciones con la sociedad, con los sindicatos, con el Estado,
especialmente en el cumplimiento de las leyes y el pago de los
impuestos.
Para su funcionamiento exige el cumplimiento de dos grupos de
tareas, unas de administración y otras de dirección. La
administración moderna, que puede ser considerada como una
ciencia y como un arte; como ciencia en los aportes elaborados
que puede recibir de las ciencias humanas y sociales en general,
y como arte en la capacidad de innovación, en el sentido
creativo y en la formulación de propuestas audaces que la misma
requiere.
LA EMPRESA COMO ENTE DINAMICO
Es urgente que las empresas adviertan el profundo alcance del
cambio socio-económico que entraña la organización funcional del
Estado moderno, que supone una limitación del espacio económico
en que desarrollan sus actividades las empresas. Cualquiera que
sea el signo ideológico que caracteriza a la organización
estatal, es evidente que se producen procesos de difusión del
poder de las empresas. Tiene que actuar, desenvolver sus
actividades y defender sus intereses no sólo ante el Estado sino
frente a una comunidad organizada autónoma, y en esto se ve
enfrentada con el sistema impositivo su competencia para la
planificación y su desarrollo autónomo.
EL EMPRESARIO
Este es el verdadero animador, conductor y emprendedor de la
empresa.
Su tarea es sumamente compleja porque debe resolver una serie de
problemas centrados en el individuo y sus expectativas y otra
serie de problemas originados por su actuación, que en el fondo
se reducen a un solo tipo: problemas de comunicación.
Entre los problemas referidos al individuo podemos citar:
incomunicación entre los colaboradores, insatisfacciones en el
personal, falta de estímulo o de motivación, inseguridad con
respecto al futuro. Los problemas referentes a su actuación se
centran en: dificultades en las comunicaciones con sus
colaboradores, falta de definición en las tareas, insuficiencia
en el mando, falta de definición de los objetivos y malas
condiciones materiales de trabajo.
RELACIONES CON LOS GRUPOS DE PRESION Y
DE INTERES
Para aclarar esta terminología, que corresponde a la sociología
política, diremos que llamamos grupos de presión a los que están
insertos directamente en la estructura política, y de interés a
los que integran la estructura social. Así, podemos afirmar que
un grupo de presión es un grupo de interés actuando
políticamente.
Debemos entender que los denominados grupos de interés no son
capaces de ejercitar presión, porque la misma es una
característica común a ambos tipos de grupos, y aun los de
interés pueden presionar ocasionalmente en el campo de la
política.
La presencia de estos grupos no puede simplemente ser
descalificadora porque algunas veces hayan actuado en forma
incontrolada y en actitudes de desintegración social, sino que
tenemos que tratar de que en una sociedad pluralista se integren
debidamente en el bien común y sean factores de socialización.
Los grupos de interés se caracterizan predominantemente por su
orientación económica, por su tendencia a ejercer presión, por
no estar integrados jurídicamente en la constitución de los
países, por reconocer pragmáticamente el bien común como idea
rectora, por preferir la defensa y la utilización del Estado a
la lucha entre sí.
Como ejemplo de grupos de presión podemos citar a los
sindicatos, y los grupos de interés estarían representados por
las cámaras, federaciones y demás agrupaciones gremiales
empresarias.
LA EMPRESA COMO PODER
Haciendo una analogía nos cabe afirmar que la organización de la
empresa se asemeja a la organización política. Como si fuera un
Estado, tiene su territorio, el lugar físico que ocupa, sus
bienes, personas que la integran, una constitución, su
organización jurídica, órganos encargados del gobierno.
Como las sociedades políticas, puede organizarse de diferentes
formas, en función sobre todo de su tamaño. Tiene una estructura
jerárquica que ejerce los tres poderes clásicos: ejecutivo,
legislativo y judicial.
El poder de la empresa reside en los dirigentes profesionales,
que incluso pueden asumir puntos de vista, actitudes y
motivaciones distintas a las del empresario clásico.
Esto ha dado lugar a un fenómeno similar al de las democracias,
en las cuales el poder de hecho corresponde a quien lo ejercita
y no a quienes formalmente se lo atribuyen.
En nuestra concepción filosófica, el poder es una carga
conferida servicio de los otros, obliga a la búsqueda y puesta
en práctica del bien común y a tener en cuenta la libertad y la
naturaleza humana de los colaboradores. Hacemos nuestra esta
definición de LAURENT, lo que nos exime de mayores comentarios:
“En la búsqueda de legitimar el poder de la empresa surge el
concepto de delegación, que viene a ser el poder participado,
así surgen las distintas formas de participación conocidas,
participación en los beneficios, cogestión, autogestión y
copropiedad".
Varios son los límites que se ponen al poder económico, en
algunos casos el Estado a través de su política fiscal,
controles administrativos, intervención en el proceso
productivo, distributivo, etc, la legislación laboral. Además
está limitado por las organizaciones solidarias que se
contraponen tanto en el plano económico como en el social, al
efecto citaremos los sindicatos, las organizaciones de
consumidores, de proveedores, etc.
LA ECONOMIA EMPRESARIA Y LOS REQUERIMIENTOS ETICOS
Como punto central de la temática que venimos abordando se
encuentra el trabajo humano y la empresa que proporciona el
trabajo. Como sabemos, el concepto de trabajo es sumamente
amplio y casi inabordable en este libro, es por eso que queremos
circunscribirnos al otro polo de la relación: la empresa y el
empresario. Más arriba hemos dado una descripción somera, pero
creemos acabada, de los principios que nos guían con relación al
trabajo.
En primer término cabe una distinción, que creemos necesaria,
entre el capitalista como administrador y apoderado del capital
de riesgo por el que responde, por una parte y la función del
empresario, que personifica las tareas diapositivas en la
dirección de una empresa.
Si bien no cabe duda alguna que en el concepto de trabajo humano
se pueden contar también las funciones directivas de la
economía, es decir, por ejemplo, la dirección de empresa, cabría
también la posibilidad de aseverar si no cae igualmente bajo el
concepto de trabajo humano la actividad de disposición y de
asunción de riesgo de quien invierte capital en la empresa.
Naturalmente, esta ampliación del concepto de trabajo haría
difícil ver en la empresa una combinación permanente de los
factores de producción: trabajo, capital y dirección.
En las modernas sociedades industriales es cada vez mayor el
porcentaje de la población activa que presta servicios laborales
en relación de dependencia; así vemos que la empresa moderna es
una comunidad de personas, como ya hemos mencionado, integrada
por colaboradores, personal directivo, empresarios y
capitalistas.
Hay dos problemas que son causa de tensión dentro del ámbito
laboral de la empresa, sobre todo en las grandes; uno es el
trabajo especializado que se transforma en monótono, integrado
por procesos parciales donde el trabajador nunca alcanza a
comprender cuál es la finalidad del trabajo que realiza, y el
destino de la tarea laboral que efectúa; allí podemos decir que
la máquina domina cada vez más al hombre. Para superar este
problema es necesario encarar con audaz iniciativa nuevos
sistemas de organización del trabajo, donde los trabajadores
puedan participar en la dirección y en los controles de
productividad de las empresas.
El segundo es el del pleno empleo, es decir que tengan una
ocupación adecuada todos los que son capaces de trabajar, lo que
no deja de implicar el deber de prestar ayuda a los desocupados.
Este requerimiento que lanzamos a los empresarios tiene su
origen en el derecho que tiene el hombre de trabajar. Esto se
extiende también a la posibilidad de brindar trabajo a los
discapacitados, en el sentido de ofrecer un trabajo adecuado a
sus posibilidades. Una oferta de puestos de trabajo que sólo
tome en cuenta a quienes son capaces de un rendimiento pleno es
una grave forma de discriminación.
Pero el tema de fondo, el problema clave de la ética, es el
monto del salario, el pago de un salario justo por el trabajo
realizado. Este es el elemento fundamental para realizar la
justicia en la relación entre trabajadores y patrones. Es la
piedra angular para la justicia de todo el sistema
económico-social y su funcionamiento correcto.
Para completar estos requerimientos éticos vamos a enunciar un
postulado sumamente amplio. Todo el proceso laboral tiene que
ser organizado y conformado de manera tal que los requerimientos
de las personas y de sus formas de vida, sobre todo de su vida
familiar, encuentren la atención que se merecen, debiendo
tomarse en cuenta la edad y el sexo de cada cual.
LAS EXIGENCIAS ETICAS
La empresa puede satisfacer permanentemente sus funciones dentro
del todo de la economía y sus aportes de servicios para la
sociedad humana, sólo si ella misma logra asegurar su
existencia. En algunos momentos en que la situación económica le
es desfavorable puede entrar en conflicto con la exigencia
político-económica y político-social de conservar los puestos de
trabajo. Bajo determinadas condiciones, la reducción de una
parte de los puestos de trabajo existentes puede ser inevitable
para una empresa que actúa en una economía competitiva, si de
esta manera puede asegurar su existencia y conservar así al
menos una parte de los puestos de trabajo. El reconocer
oportunamente las amenazas para su existencia e introducir a
tiempo las actividades que la aseguren son una de las exigencias
de la dirección de empresas. Posee una gran significación
humanitaria porque de ellas depende no sólo el destino de la
empresa sino también la conservación de los puestos de trabajo.
El que una empresa pueda aportar las contribuciones materiales
que la sociedad y el Estado le requieren bajo la forma de
impuestos y contribuciones depende del éxito que pueda alcanzar
con la venta en el mercado de sus bienes y servicios. También
los costos de la sociedad humana, como se suele llamar a las
obligaciones de aportes financieros de la empresa con respecto
al Estado, podrán ser realizados de manera permanente por ella,
si sus compradores pagan en el precio de compra de sus productos
estas obligaciones de pago.
EL BENEFICIO LICITO EN EL ORDEN MORAL
Tiene que basarse sobre todo en el precio justo, esta es la
norma ética a tener en cuenta; para ello, en su formación se
tendrán en cuenta cuestiones de orden individual y de orden
social.
Las consideraciones de orden individual a tener presente son: a)
si el desarrollo de la empresa ha mantenido, en el origen y
descubrimiento del beneficio, intactas todas las virtudes
individuales; si el precio ha sido justo, equitativo, etc.; b)
nos indicará al estudiar desde el punto de vista social, si el
beneficio responde al bien social, a lo que exige el bien común
y el bien nacional.
Para que el beneficio sea justo debe responder a los dos
parámetros, el individual y el social; si algunos de los dos
falla el beneficio podrá ser injusto, aunque de distinta manera.
PLANTEAMIENTO PREVIO DEL PROBLEMA
El problema, de acuerdo al orden de prioridad, se presenta de la
siguiente manera en cuanto a su planteamiento ético. En el orden
moral, ¿se han de regir los precios justos por los beneficios
justos? o, a la inversa, ¿los beneficios justos por los precios
justos?
Parece a primera vista que el problema de los precios es el que
ha de predominar sobre el de los beneficios y, sin embargo,
desde el análisis ético de lo contrario.
Para desentrañar esta cuestión comencemos por el principio.
¿Cuál es la norma para establecer un precio justo?
Si en el mercado no existen productos similares al elaborado,
indiscutiblemente el primer elemento que hay que tomar en cuenta
es el costo de producción, para determinar después un legítimo
beneficio que ayude a fijar el precio al que ha de vender el
producto. Si la empresa avanza y se perfecciona y la producción
por la técnica o por otras causas se abarata, el precio podrá
bajar, o por el contrario subir, si los elementos de la
producción se encarecen.
Los salarios habrán de fijarse teniendo siempre en cuenta el
costo de vida. Resulta así que todos los precios son variables,
dependen de otras funciones, de otros elementos primarios en la
vida económica, los cuales, conforme a las necesidades sentidas,
a la abundancia de producción, o a las utilidades manifestadas,
han ido estimándose y apreciándose. En el orden ético, el
beneficio está en función del interés del capital, el cual
resulta ser el primer concepto fundamental en el orden moral de
la fijación del precio.
Así se puede establecer esta graduación: fijación del interés
del capital, fijación del beneficio lícito y, como consecuencia
de estos dos factores que por cierto no son los únicos -pero sí
anteriores en el tiempo-, fijación de los precios de venta de
los artículos en el mercado.
Así se evita el círculo vicioso en que de otra manera se incurre
al fijar en primer término el precio justo, al determinar
después el beneficio lícito, que necesariamente ha de estar
ligado y dominado a su vez por el precio justo de las
mercaderías vendidas.
EL INTERES JUSTO
Como hemos descripto, el interés justo es el primer escalón en
la fijación de los precios justos. ¿Cuál es el elemento
fundamental que sirve de norma del interés del capital? Hoy día
la respuesta es muy concreta, debe medirse por el valor del
dinero.
Sabemos por la
práctica corriente que ni el interés del capital, ni el valor
del dinero, pueden ser algo fijo; en ellos influye notoriamente
el problema de la inflación, sobre cuyos efectos debemos
remitirnos a los análisis de los economistas. Nos limitaremos a
decir simplemente que ambos están relacionados con la demanda o
escasez de capitales, la posibilidad o facilidad de aplicación
de los mismos, el riesgo que han de correr en las empresas que
se prestan, etc.
Como la línea ética no es fácil de definir, en estos casos la
buena conciencia ha de prevalecer siempre en estas cuestiones.
Con el interés ocurre exactamente lo mismo que con el precio. El
interés normal legal ha de ser el punto de atracción hacia el
cual vaya corriendo el precio justo del dinero, de manera que
establecida la tasa por el merca do sea ésta la que rija las
operaciones comerciales.
No podemos cerrar las consideraciones sobre este punto referido
a la justicia del interés sin hacer referencia a un término que
va ligado estrecha mente a él, nos referimos a la usura.
Vamos a precisar los contenidos de este término para evitar
posibles equívocos. La usura tiene dos acepciones: una absoluta
y otra relativa al interés. En el primer caso usura es el lucro
percibido por el préstamo como si fuese debido en virtud del
préstamo mismo. En el segundo, es el interés excesivo, o sea
superior al establecido por la ley (humana o natural, según los
puntos de vista).
La usura es la aceptación (simple o excesiva) por el uso del
dinero dado en préstamo o, considerada objetivamente, es la
compensación del uso del dinero dado en préstamo.
Vamos a analizar cuáles son las objeciones éticas que pueden
formularse a esta forma de aceptación y compensación por el uso
del dinero.
Algunos autores explicitan que los motivos por los cuales es
justo el percibir un interés por el dinero prestado son cuatro
circunstancias funda mentalmente externas
1) El daño resultante.
2) El lucro que deja de obtenerse.
3) El riesgo de la cosa
En la doctrina clásica se sostenía que:
“En justicia será necesario restaurar el equivalente en cantidad y calidad, quien exigiese más dañaría la Justicia conmutativa, porque en práctica vendería la misma cosa dos veces. Este es el contrato llamado préstamo con sus características de la traslación de dominio y de la gratitud del uso de las cosas, de las cuales la primera justifica y condiciona la segunda, la violación de ésta es propiamente la usura, poco importa si es grande o pequeña, si se presta a pobres o a ricos, si el préstamo es para el sustento inmediato a para fines comerciales".
Hoy día los mismos moralistas se adhieren a esta doctrina, aunque algunos consideran que dada la situación económica actual, todo préstamo en dinero se considera un lucro que deja de obtenerse. Además, como la ley civil permite el interés, es lícito el exigirlo, con tal que este contenido dentro de los límites permitidos,
A nuestro juicio, el cambio de la situación mundial -en este caso económico requiere la correspondiente ductilidad de la norma moral, ya que generalmente se trata de que el dinero se presta a quien lo podrá multiplicar en brevísimo tiempo.
La norma moral puede cambiar por una doble razón: al tomar conciencia de lo que se debe hacer y por el cambio de los valores en juego; y segundo porque la situación que debemos considerar para formular un juicio es cambiante. Este último aspecto es lo que permite hoy declarar legítimo lo que ayer fue ilícito.
EL BENEFICIO JUSTO
Determinar el interés del capital
en préstamo, cabe avanzar hacia la resolución del beneficio
justo de una empresa, lo que se llama determinación del
dividendo:
La razón de ser del mismo dividendo es el riesgo que corre el
capital Invertido en un negocio. Del mismo modo que el interés
del dinero, el riesgo es uno de los elementos que lo puede
medir. La estimación ética nos puede dar algunos elementos que
nos indiquen el justo dividendo.
El economista WAGNER afirma que siendo el riesgo el elemento
discriminador del interés y la ganancia, puede ser perfectamente
el doble el interés de las acciones con respecto a las
obligaciones.
El dividendo desde el punto de vista moral no puede medirse
sencilla mente por el monto, porque pueden haber causas
extraordinarias que justifican la obtención de un alto dividendo
como ser un golpe de suerte, una falta de competencia, etc. pero
si no se dan esas circunstancias extraordinarias habría que
analizar si en cambio no se pueden reducir los precios de venta
o beneficiar de alguna forma al consumidor.
JUAN DUNS SCOTO, uno de los moralistas antiguos de concepciones
muy rígidas, sostiene, "que el comercio es un ejercicio útil al
bien de la nación" dice que: para que sea lícito igual que su
beneficio se deben cubrir dos razones. En primer lugar que sea
útil a la nación; en segundo lugar, debe ser correspondiente a
la diligencia puesta en el negocio, a la prudencia y solicitud
del negociante y al peligro mismo del negocio y del dinero".
EL PRECIO JUSTO
Como manifiestan algunos economistas, el precio justo no es una
utopía, sino una realidad que hay que buscar y hay que hallar.
En todos los contratos entra necesariamente el concepto de
justicia e injusticia, por consiguiente en el precio hay que
considerar el mismo concepto:
Hoy en día no es difícil accionar sobre la oferta y la demanda,
fácil también por la propagación de noticias falsas que
tendenciosamente influyen en la variación de precios con
apariencia de moralidad. Por lo tanto, hoy el problema del
precio justo tiene que separarse del precio corriente o precio
de mercado.
Los economistas, a esta idea del precio justo, la estimaron
siempre como demasiado subjetiva. La razón verdadera de rechazar
el precio justo está dada por querer separar la economía de la
ética -cosa totalmente imposible ya que en todo problema
económico- práctico se esconde un problema ético.
Siendo el precio medida de valores, será justo el precio en que
se dé el valor económico al bien con justa exactitud
teóricamente el precio normal debería ser siempre justo. En una
economía ordenada y razonable el precio corriente también lo
debería ser, pero puede no serlo.
El precio puede ser injusto con respecto a la persona
directamente relacionada comprador respecto a vendedor); o con
respecto a la sociedad en general, la cual puede quedar dañada
por efectos de una transacción.
DETERMINANTES MORALES E
INMORALES DEL BENEFICIO ECONOMICO
Cada vez que incursionamos en el campo industrial y comercial de
cubrimos nuevos problemas relacionados con la ética. Vamos a
realizar listado de los que consideramos más importantes.
-La ética sobre la naturaleza de la competencia.
- La naturaleza de los precios de venta.
- Los medios que para incidir sobre éstos se ponen habitualmente
en práctica:
- fraudes y falsificaciones de productos;
- mentiras comerciales;
- elevaciones de precios;
- comisiones y regalos;
- evasión de gravámenes fiscales.
NATURALEZA Y CLASES DE
COMPETENCIA. LO ETICO Y LO NO ETICO
El concepto de competencia es de orden puramente económico. El
medio de la evolución dinámica de la economía, el ideal de la
misma, es mantener en cada momento el máximo de equilibrio,
entre la producción y el consumo, como medio necesario para él,
en la salida y venta de productos.
El régimen de libre competencia ha de suponer, teóricamente por
lo menos, que esa competencia lleva a la economía hacia el
equilibrio perfecto, manteniendo una estabilidad en los precios
de venta, y si es posible llegando a precios únicos o casi
únicos en el mundo económico, supuestas natural mente, las
desigualdades ocasionadas por los costos de transporte, aduanas,
etcétera.
Supone la competencia perfecta una conducta racional por parte
de compradores y vendedores, un pleno conocimiento del mercado,
una ausencia de luchas, una movilidad y divisibilidad completa
de los factores de producción, en una palabra una condición de
equilibrio perfecto en medio de un ininterrumpido avance de la
economía.
La competencia es, en parte, función de la demanda y del
producto sometido a ella. En productos de demanda nada elástica,
la variación es más difícil y por consiguiente tiene menos campo
de acción (ej., venta del pan), en cambio en producto de demanda
muy elástica, que varía muy rápidamente con las situaciones, los
tiempos del año, etc, el margen de competencia es más amplio
Una competencia económicamente pura supondría un conocimiento
pleno del mercado por parte de todos los competidores, una
coincidencia de ideas en todas las empresas, una tendencia fija
hacia el mismo objetivo, en síntesis, una tendencia continua al
equilibrio perfecto.
Económicamente, la competencia perfecta es más posible en un
régimen de progreso acelerado, donde los precios se transmiten a
todo el mundo en instantes, donde la barreras aduaneras son
nulas y la política económica se basa en un régimen de libre
cambio completo.
En el orden moral, la competencia puede asumir dos formas: una,
la de la competencia leal, que se hace por medios justos y a la
luz del día: la otra, la que aparece revestida de medios y
procedimientos injustos. Todo lo que hemos expuesto con relación
a los precios es de aplicación a la te orla de la competencia.
Es, lo mismo que los precios, la competencia puede tener formas
justas, inequitativas y sucias.
Si la competencia razonable es perfectamente ética y a la vez
incentiva a un mayor perfeccionamiento de la vida empresaria, la
competencia ruinosa no puede ser calificada sino como no ética.
Cuando hablamos de competencia ruinosa, nos estamos refiriendo a
aquella que realiza un empresario con la finalidad de adueñarse
del mercado y convertirse en monopolista. Cuando las empresas
involucradas en competencia ruinosa son empresas que han gastado
mucho dinero en inversiones no pueden fácilmente desplazarse,
terminan de ordinario con fusiones compras de las competidoras.
Pero cuando se trata de empresas que no poseen grandes capitales
la lucha finaliza con la derrota de aquella que por poseer
menores recursos no puede subsistir y así se llega al monopolio.
Este tipo de competencia es totalmente inmoral.
Quizá no se pueda decir que esta competencia es injusta en orden
a la Justicia conmutativa, pero si a la justicia social y con
mayor daño a la caridad. Esta competencia y sus métodos entran
dentro de la categoría de los negocios muy sucios.
Se puede presentar el caso de que por ser el precio tan bajo,
cualquier comprador se da cuenta que el producto no es legítimo
o no se ha obtenido legalmente, y por lo tanto no se llama a
engaño. En tal situación el engaño que comete el vendedor es un
fraude solo aparente, ya que por el precio que se paga no se
podría obtener otra cosa. A pesar de todo, el engaño que no
llega a fraude es desleal.
De las falsificaciones, sobre todo en materia de alimentos, hay
que distinguir lo pecaminoso de lo criminal
Las falsificaciones de alimentos son frecuentes: leche, vino,
huevos, etc., pero pueden darse sin empleo de materias tóxicas,
o el empleo de éstas en pequeñas cantidades que no pueden dañar
la salud del que los ingiere. También habría que considerar si
existe o no legislación al respecto. Si no existiera
legislación, el caso debe ser examinado como si se tratara de
una ley obligatoria en conciencia
El comerciante que vendiera productos fraudulentos a precios
normales, atenta contra la justicia gravemente si el hecho se
produce en grandes cantidades, y levemente si lo hace en
pequeñas cantidades, estando obligado a restituir al comprador
defraudado la parte pertinente.
La cuestión es mucho más importante si se trata de productos
tóxicos, que necesariamente han de estar prohibidos por el
derecho natural, por la costumbre o por la legislación.
a) MENTIRAS COMERCIALES
Aquí debemos considerar dos clases: las que parecen y no lo son;
y las que parecen y lo son. Cuando hay una base suficiente para
pensar que el presunto engañado no cree lo que se dice, la
mentira deja de serlo en sus efectos. La mentira supone ánimo de
engañar, desde luego, pero al mismo tiempo supone que
efectivamente se engaña. Estos fraudes no tienen importancia en
el orden de la justicia.
EL ALZA DE PRECIOS EN EL ASPECTO
SOCIAL
La riqueza de una sociedad no depende de la cantidad dinero que
posea, sino del poder de compra del mismo, para que con poco
dinero se puedan comprar muchas cosas.
Conforme a la teoría cuantitativa del dinero, mientras más
abunde éste y se mantenga la misma cantidad de bienes y
servicios contra los cuales se puede cambiar, bajaría el valor
del dinero.
Quien sin razón contribuye a disminuir el valor de compra de la
moneda en casos particulares, tiende a que esa situación se
generalice y por lo tanto los precios suban al permanecer
estable la oferta de bienes y ser vicios, y como consecuencia de
ello, el bienestar decrece.
La realidad económica nos indica que un alza de precios influido
por el aumento de las ganancias del vendedor tienda a que
paralelamente los demás precios aumenten y, por consiguiente
siendo los precios más altos con la misma cantidad de dinero, el
bienestar disminuye.
Esto puede suceder por el juego y mutuo influjo de los precios
conexos, en esta serie hay que mirar aquellos precios que son
fundamentales en los procesos de producción y distribución, como
serian la luz eléctrica, la fuerza motriz, los combustibles,
etc., los cuales si efectivamente suben, arrastran tras de sí
una serie de precios de ellos dependientes.
Todo comerciante que sin otra razón que lograr una ganancia
superior a la normal eleva sus precios contribuye, por lo menos,
a un mal social y a la disminución del poder de compra de la
moneda y al daño general de la nación. En estas circunstancias
la justicia social no sale bien parada.
Esto puede ser el origen del llamado mercado negro, que puede
tener su arraigo en el Estado, con el racionamiento de
mercaderías, o en la acción de los empresarios que detallaremos
a continuación.
Consiste en el hecho de comprar a un precio elevado bienes que
después aprovechando su escasez, producto del ocultamiento, se
venden a un precio muy superior al abonado. Quien de esta manera
compra y vende, está revendiendo, aunque el beneficio suyo sea
relativamente exiguo, a precios injustos y, por lo tanto, este
beneficio puede considerarse como injusto y dañoso. No puede
alegar que el precio al que lo adquirió era relativamente alto,
porque lo sabía y sabiéndolo lo compro; de manera que hizo de un
precio injusto base de una ganancia ilícita. El ansia de
ganancia manifestada por el empresario que sin razón real subió
los precios de sus productos, influye de perversa manera en
otros empresarios, por aquello que se ha denominado conductas
imitativas, los cuales al apreciar el beneficio mayor del
primero, aumentan también sus precios
Un alza generalizada de los precios trae como consecuencia una
disminución en el poder de compra de la moneda y un
encarecimiento rápido de la vida, lo cual tiene que hacer
necesariamente que los precios, en círculo vicioso, vayan
subiendo más y más y el margen de beneficio haya de ser
nominalmente mayor, aunque en realidad sea igual que antes.
Socialmente obran muy mal y faltan contra la Justicia social
quienes sin razón, aunque sea dentro de los límites de la
justicia conmutativa, venden sus productos algo por encima del
precio normal y tienden a aumentar sus precios para acrecentar
sus ganancias.
COMISIONES Y REGALOS
Se comprende que hay una razón especial que no es la
bonificación ligada al cumplimiento de un contrato. Generalmente
las ofrece al comprador el vendedor para impulsar a la compra
una ventaja gratuita. Tales boni ficaciones, se comprenden que
no ofrecen dificultad alguna a la ética. Son de suyo pequeñas
sumas libremente ofrecidas y aunque estén comprendi das en el
precio de venta son insignificantes.
También se da el caso de grandes casas que ofrecen bonos y
obsequios, su precio se deduce de los beneficios. Pero si los
incorporan al precio de los productos defraudan en alguna manera
la calidad o cantidad de aquéllos, y entonces tal práctica tiene
que ser necesariamente desechada.
EVASION DE GRAVAMENES FISCALES
Tema que aquí vamos a encarar está relacionado con una
problemática de gran actualidad por lo que significa no
solamente para el empresario tal comportamiento, sino por las
repercusiones que tiene sobre las finanzas del Estado.
Una pregunta clave es: ¿se pueden evadir los gravámenes
fiscales? Los tratadistas de la ética parten del supuesto que
todas las leyes justas son obligatorias en conciencia
Ocurre hoy que las leyes fiscales son tan complicadas porque
tienen que abarcar tantos y tan diversos casos, el mismo bien
común que es el fin necesario de la ley, hace que muchos casos
sean de difícil interpretación. ya que deben considerarse
circunstancias de tiempo, lugar y persona.
La doctrina es clara, pero la práctica es peligrosa. El egoísmo
y la avaricia fácilmente pueden conducir, para librarse del pago
de cargas fis cales, al uso de procedimientos injustos, y
entonces ya se cae de lleno en lo ilícito.
Las razones externas-que otras -de que siempre son los buenos
los que pagan y están en peor situación que los malos que se
basan de toda clase de medios- valen algo más porque se supone
que el Estado quiere, ante todo, la justicia distributiva exacta
Si se perciben impuestos del conjunto de la sociedad y si la
suma total se distribuye de acuerdo a la renta, al patrimonio y
otros factores convenientes, entonces será cierto que la carga
que recaiga sobre uno significará una desgravación para otro
Impera aquí la distribución socialmente justa. Así el individuo
que paga los impuestos realiza un acto de índole socialmente
justa. Y si se realiza esta acción respaldada por una actitud
ética interna, con carácter honrado, entonces da prueba de
poseer la virtud de la justicia social.
La virtud de la justicia social tiene, pues, por objeto lo justo
social (o el bien como norma jurídica). Predispone al hombre a
aceptar aquella participación en las cargas y deberes que le
corresponde según la distribución justa, esto es, de acuerdo con
el reparto equitativo en el bien común.
"La justicia sociales, por lo tanto, la virtud de la causa por
la cual el individuo acepta de buen grado la función de la
comunidad"
El sistema jurídico de impuestos según el cual se determinan
cada una de las cargas tributarias, en cuanto se ajustan a cada
contribuyente en el ámbito de la totalidad, representa la
obligación social que cada uno debe cumplir mediante las
prestaciones determinadas en cada caso. Si uno comete evasión
fiscal, perjudica a la totalidad y, por consiguiente, sufre
también un perjuicio el que paga su parte, ya que en realidad
paga más de lo que exige la justicia estrictamente distributiva,
por cuanto su prójimo no ha entregado su aportación al bien
común. Cuanto mayor es el número de los que incurre en evasión
fiscal, tanto mayor es el deber que recae sobre los ciudadanos
socialmente justos, puesto que la suma alcanzada ha de serlo en
consideración al fin de la comunidad.
Por contradictorio que pudiera parecer, en estas acciones, el
ser humano se siente a la vez libre para hacerlas o no y, al
mismo tiempo, "obligado” a seguir determinadas pautas o normas
de actuación. De estas cuestiones, no siempre fáciles de
resolver, se ocupa una ciencia filosófica, la ética o filosofía
moral.