DELIMITACIÓN DEL CAMPO DE LA ÉTICA
En vez de comenzar nuestro estudio definiendo directamente que
es la ética o la moral y de que se ocupa, vamos a tratar de
averiguar cuál es su campo y su objeto, y qué es lo que la
diferencia y distingue de otras ciencias del hombre, tales como
la sociología o la psicología.
En primer lugar, trataremos de explicar como aparece “la moral”
en el ser humano: si es algo que le viene de fuera, de la
sociedad, más concretamente, como afirma el Sociologismo moral,
o si es algo de dentro, que pertenece a la estructura misma del
ser humano, como prefiere entender la visión antropológica de la
moral. Aun en este caso, trataremos de evitar el reducirla a
mecanismos puramente psicológicos como pretende el Psicologismo
moral.
1- LA RAÍZ SOCIOLÓGICA DE LA MORAL
Todo grupo social es trasmisor de prescripciones morales. El
sujeto humano no nace educado o "socializado". Esto se lleva a
cabo a través un proceso, el proceso socializador del que habla
la sociología.
El individuo aprende a desenvolverse en el medio físico-social
en el que vive, guiado en gran medida por las numerosas y
minuciosas recomendaciones o instrucciones que recibe. (ver
doc1)
Aprenderá, por ejemplo, que tal cosa es una naranja, que se
puede comer: que aquella es una medicina, que tiene un sabor
desagradable pero que es buena para la salud. Le dirán que no
debe cruzar la calle sin mirar, que no debe hablar con
desconocidos, que debe guiar a un ciego. Que tal animal es
sagrado. Que ha dar los buenos días cuando se levante y las
buenas noches antes de acostarse. Que ha de ser razonable y
tolerante, o que ha de ser implacable con los enemigos. Que se
ha de hacer lo que manda la religión o la Biblia...
Estas numerosas indicaciones que cada colectivo social trasmite
a sus miembros cumplen un primero y muy importante papel de
orientación. Se trata de un conjunto de normas o pautas de
conducta de muy distinta índole: reglas de cortesía,
recomendaciones de higiene, consejos de sabiduría popular,
advertencias ante posibles peligros, creencias religiosas...
Pues bien, una parte muy importante de esas
orientaciones son prescripciones morales. Estas son normas de
conducta que se refieren a lo que una sociedad considera
"bueno". "justo", "que se debe hacer" y, haciéndolo, merecemos
calificativos de "buen hijo", "buena hermana", "buena persona".
Podemos observar que este tipo de prescripciones se le ofrecen
al individuo con carácter obligatorio: no debes hacer esto,
estás obligado a comportarte de tal manera, es censurable lo que
haces.
La valoración de estas conductas se hace conforme a reglas o
principios generales en función de los cuales se establece que
acciones son moralmente correctas y cuáles no lo son.
Sólo cuando el sujeto hace suyos esos principios, podemos decir
que ha "interiorizado” el código moral de esa sociedad. El
sentido moral implica conciencia de auto-obligación.
Existen en cada sociedad otros códigos, como puede ser el de la
circulación o el de las normas de cortesía. Pero cumplir las
normas de estos códigos no exige estar identificados con ellas
ni nos lleva a sentirnos buenos o a esperar tal calificativo de
otros. A lo sumo, quienes cumplen esas normas serán reconocidos
como prudentes, educados, corteses...
2.- LA RAÍZ ANTROPOLÓGICA DE LA MORAL
El sentido de la obligatoriedad moral comienza en el grupo fa
miliar, pero pronto es un asunto del individuo. Este, a medida
que vive es capaz de distanciarse, de criticar esas
prescripciones recibidas, de sustituirlas, de proponerse
conductas y objetivos distintos, incluso asumiendo riesgos
personales.
Antígona, la protagonista de esa tragedia griega, desafía las
órdenes del tirano Creonte, quien le había prohibido enterrar y
tributar honores fúnebres a su hermano. Al actuar así, ella dice
obedecer a un "deber" que considera superior al mandato del rey
y por el que acepta orgullosa y feliz su propia muerte.
Esto es posible porque, en el caso del ser humano, la
superveniencia biológica no es siempre el instinto dominante:
sabemos de situaciones en las que alguien ha recurrido al
suicidio para salvar algo tan poco biológico como su honor o ha
puesto en riesgo su vida por puro afán de superación.
El ser humano aparece libremente abierto a la orientación activa
de su conducta en el mundo.
Este "querer hacer nuestra vida", que diría ORTEGA, Io vivimos
especialmente si contemplamos nuestra vida desde el punto de
vista moral.
Al decir desde el punto de vista moral, cabría pensar que se
trata de un punto de mira que podemos adoptar o no. En este
sentido, al filósofo español contemporáneo ORTEGA Y GASSET (1883
1955), le irritaba el término "moral", porque decía él “en su
uso y abuso tradicionales se entiende por moral no sé bien que
añadido de ornamento puesto a la vida y ser de un hombre o de un
pueblo” como si pudiera quitarse o ponerse a merced de la
voluntad de cualquiera, cuando en realidad es una característica
que nos constituye como humanos. (Ver Documento 2)
Por supuesto que uno no se hace de golpe ni de repente, sino
paso a paso; de ahí que la empresa moral de hacerse uno a sí
mismo es el resultado de hacer cosas en el mundo. En ese sentido
somos estructuralmente morales pero, a la vez, nos “hacemos
morales" en la medida en que, eligiendo nuestros actos, nos
dirigimos hacia un proyecto, más o menos claro, sobre lo que
queremos llegar a ser. Como explica el profesor ARANGUREN, esa
elección está sometida a una exigencia que sea una elección
sobre lo bueno. (Ver Documento 3)
3.-ACLARACIÓN ETIMOLOGICA DE LOS
TÉRMINOS ÉTICA Y MORAL
El término "ética" proviene del griego ethos, que tiene dos
sentidos fundamentales
En su sentido más antiguo, significaba residencia, morada, lugar
donde se habita. Se usaba sobre todo en poesía para referir se a
las guaridas de los animales, a sus lugares de pasto y
encuentro. Más tarde se aplicó también a los pueblos y a los
hombres en el sentido de su país.
Esta acepción, que no es la más común, ha sido potenciada por
algunos filósofos modernos, pero no referida al país exterior
sino al lugar, o actitud interior, que el hombre lleva en sí
mismo. Por con siguiente, éthos es el suelo firme, la raíz de la
que brotan todos los actos humanos.
Pero la significación más usual y extendida que tendría más que
ver con la ética, según toda la tradición, es la de modo de ser
o carácter, que se va adquiriendo, que se va logrando.
Esta idea de carácter viene confirmada por la etimología del
término moral, que procede de la voz latina "mos-moris", que, en
los textos latinos, se emplea con el sentido de sentimientos,
costumbres y carácter.
Según la etimología, pues, la ética o filosofía moral tiene como
objeto aquella tarea del hombre por la que éste llega a
conseguir una manera permanente de ser y de actuar, un
"carácter".
Esto no es algo que le viene dado al ser humano, sino algo que
adquiere con la práctica. (Ver Documento 4)
La repetición de actos iguales genera unos hábitos que van
conformando nuestro carácter, el cual, una vez adquirido,
fomenta la realización de dichos actos.
VIDA MORAL Y REFLEXIÓN ÉTICA
Los términos ética y moral sobre todo cuando se utilizan para
calificar los actos humanos, con frecuencia se usan
indistintamente te. Así decimos conducta ética o conducta moral,
acción ética o acción moral. Sin embargo, empleados de forma
rigurosa, sobre todo en su enunciado nominal "la moral", "la
ética", designan aspectos y contenidos distintos. La moral
comprende los aspectos concretos y prácticos del comportamiento
moral humano, mientras que la ética tiene un contenido más
teórico o especulativo.
4.- LA MORAL VIVIDA
Todos nosotros nos vemos con frecuencia ante la necesidad de
tomar decisiones. Manchas de esta decisiones nos resultan
conflictas en la medida en que no vemos que es lo más
conveniente para nosotros, sino también porque las consecuencias
de nuestra actuación pueden repercutir en la vida de los demás.
ARISTOTELES ponía el ejemplo de un capitán de barco al que le
sorprende una fuerte tempestad. Ante tal situación se le plantea
el conflicto de confiar en que la nave aguante el temporal o la
conveniencia de arrojar la carga para evitar así un más que
posible naufragio y el riesgo de la tripulación. Llevar la carga
a puerto, por otra parte, era el encargo que tenía.
Nosotros no estaremos en el caso de conducir a puerto ningún
carguero, pero si ante la exigencia de dirigir el navío de
nuestra conducta. En esa tarea se nos presentan muchos problemas
prácticos que tenemos que resolver. En estos casos, los
individuos no solo actúan sino que emiten juicios sobre si hacer
tal o cual cosa esta bien o es censurable. Esto lo hacen
recurriendo a normas, generalmente aceptadas por el grupo social
y que ellos interiorizan y reconocen como obligatorias.
Este tipo de situaciones que consisten en enfrentarse en la vida
real con problemas prácticos, recurrir a normas para resolverlo
y, en función de éstas, formular juicios o elaborar
razonamientos para justificar la decisión tomada, lo encontramos
de uno de otro modo en las sociedades de todas las épocas.
Estas normas reguladoras de la conducta suelen estar recogidas
en códigos morales. Estos códigos son distintos según los
pueblos y las culturas: la moral, en este sentido, siempre es
histórica, como lo es el hombre cuyo comportamiento debe
regular. Así hablamos de moral budista, moral islámica, moral
cristiana, ley del Talion o del Decálogo, como ejemplos de
morales o códigos concretos.
La moral es, pues, un hecho, se da en cualquier forma de
relación social y es tan antigua como las más primitivas formas
de sociedad. (Ver Documento 5)
5.- LA MORAL PENSADA
A este comportamiento práctico-moral que hemos descrito y que
tiene lugar ya en las formas más primitivas de comunidad, ha
seguido, siglos después, la reflexión acerca de las razones que
pueden justificarlo.
Esta reflexión no va dirigida a la solución de problemas
prácticos, como qué hacer en una situación concreta sino que se
hace sobre cuestiones de índole general. Por ejemplo:
- Qué explicación racional cabe dar al hecho moral, es decir, al
hecho de que existan normas y valores allá donde hay sociedades
humanas.
- Si la conducta moral se distingue de otras formas de conducta
humana hasta el punto de presentar aspectos no tratados por las
ciencias que se ocupan del ser humano, y que pueda justificar la
existencia de una ciencia especifica.
- Si se pueden establecer condiciones de validez de los códigos
morales. En principio, todo código moral va acompañado de alguna
justificación de sus prescripciones. Pero la justificación que
en este caso se planten para los códigos morales es la de una
justificación racional.
-Si son posibles normas universales de conducta, o si, por el
contrario, todo código moral adquiere únicamente validez en el
contexto de un grupo, comunidad o cultura determinados. En el
primer caso hablaríamos de la universalidad de la moral,
mientras que en el segundo, nos estamos refiriendo a una
posición denominada relativismo moral.
Está claro que son cuestiones teóricas a las que en vano
recurriríamos para resolver nuestras dudas de actuación
inmediata. Sin embargo, son cuestiones a las que no podemos
tampoco sustraernos y cuya respuesta condiciona el fundamento de
nuestros juicios y razonamientos morales. (Ver Documento 6)
Esta reflexión se inicia con el surgir del pensamiento
filosófico en la antigua Grecia. Nace así, la ética o filosofía
moral, a la que el filósofo J. L. L. ARANGUREN denomina moral
pensada para contraponerla a la moral vivida, que es la que nos
dice cómo hemos de comportarnos en cada caso concreto.
6.- LA ÉTICA COMO CIENCIA DE LA CONDUCTA
MORAL
La ética no puede reducirse a un capítulo de la sociología ni a
la psicología. Aunque materialmente pertenezca al mismo ámbito
de la psicología, como antropología humana, y aunque tampoco sea
posible entenderla sin su realización en la sociedad, existe un
lugar específico para ella y es perfectamente posible hablar de
una ética científica, al menos en cuanto que sus proposiciones
deben tener el mismo rigor y coherencia que las proposiciones
científicas.
En efecto, donde se halla un grupo humano, encontramos la
existencia de unas normas morales en las que creen y a las que
se atienen los individuos que lo integran.
Este hecho es el que corresponde explicar a la ética, lo que
permite concebirla como teoría cuyo objeto es el análisis de esa
experiencia humana que llamamos comportamiento moral*, considera
do en toda su universalidad y variedad. La existencia de normas
reguladoras del comportamiento humano constituye el punto de
partida y objeto propio de la ética, que debe proceder en esto
como las demás ciencias, tratando de establecer sus principios
generales y sometiéndose a parecidas exigencias de racionalidad,
objetividad y sistematización.
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* Comportamiento moral: Conjunto de reacciones y actitudes de
una persona ante unas normas morales en las que cree y a las que
se atiene y ajusta.
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7.- LOS ACTOS MORALES
En la moderna teoría ética se suele distinguir un doble plano:
el fáctico y el normativo. El primero está constituido por un
determinado tipo de "actos humanos"; el segundo, por normas de
acción que formulan imperativos, prescriben conductas o pautas
de actuación. Uno y otro plano son complementarios, ya que estos
actos pertenecen a la esfera de la norma moral en el doble
sentido de ajuste o desajuste con ella.
Al mismo tiempo, lo normativo está orientado hacia los hechos,
ya que la norma busca la realización de conductas valiosas, y
como tal exigibles, consideración que no se pierde por el hecho
de no ser cumplida. Cada día, por ejemplo, conocemos actos de
homicidio a pesar del imperativo "no matarás", pero no por eso
deja de ser valioso y exigible respetar la vida del otro.
En conclusión, lo normativo y lo fáctico en el ámbito moral
pueden distinguirse pero no pueden separarse, de tal manera que
los actos morales son aquellos actos humanos que pueden ser
valorados de acuerdo con normas morales.
Esto es lo que explica que un acto moral cualquiera esté siempre
sujeto a la aprobación o condena de los demás o de uno mismo de
acuerdo con normas admitidas por la comunidad e interiorizadas
por el individuo.
LA ESTRUCTURA DEL ACTO MORAL
Se ha tratado de establecer una estructura del acto moral
distinguiendo en el mismo diversas fases o momentos articulados
entre sí. Son los siguientes:
- El motivo
- La elección del fin
- El establecimiento de los medios.
- Las consecuencias que se siguen
Todas estas fases han de ser tenidas en cuenta a la hora de
considerar el carácter moral de cualquier acto humano.
Expliquemos cada una de estas fases:
a) El motivo. Por motivo
entendemos, tal como dice la psicología, aquello que impulsa y
mantiene la acción, que mueve al sujeto a obtener un determinado
fin.
En efecto, un mismo fin puede ser buscado por diversos y aun
opuestos motivos: Un estudiante, por ejemplo, puede proponerse
obtener buenas notas porque quiere quedar bien ante los
compañeros, porque simplemente lo considera su deber, por
contentar a sus padres, porque quiere entrar en la
universidad...
A partir del psicoanálisis de FREUD sabemos que existen también
motivos inconscientes que, sin embargo, condicionan
decisivamente la conducta del individuo y que se expresan, por
ejemplo, en forma de fobias incontenibles.
Únicamente los motivos de los que el sujeto es consciente y de
los que se siente conocedor y capaz de dominar son los que
pueden y deben ser tenidos en cuenta a la hora de calificar
moralmente el acto cometido. Esta consideración nos puede
llevar, por ejemplo, a tratar a un drogadicto más como enfermo
que como responsable moral si suponemos que su adicción es el
motivo que le impulsa irremediablemente a buscar la droga y a
utilizar cualquier medio para obtenerla. (Ver Documento 7)
b) La elección del fin. Todo acto
humano se realiza con un fin. El acto moral exige que el sujeto
sea consciente también del fin que se propone: es lo que se
llama la anticipación imaginativa del resultado. Normalmente, la
elección de un fin es un acto preferencial, es decir, supone el
conocimiento previo de varios fines posibles -con frecuencia
contradictorios entre si- la elección de uno de ellos y la
decisión de ponerlo como meta. Esto es lo que da al acto moral
el carácter de voluntario.
c) El establecimiento de los medios.
El establecimiento o elección de los medios necesarios
para alcanzar finalmente el resultado que se busca tampoco es
indiferente para la valoración moral. Así, no se justifican de
la misma manera el soborno, la calumnia o el esfuerzo y la
inteligencia. El fin no justifica los medios, por altos que sean
los fines y respetables los motivos.
d) Las consecuencias que se siguen.
Si, con las fases anteriores, ya queda terminado el acto
en si por parte de quien lo realiza, no está aún acabado en sus
consecuencias, es decir, en el modo como afecta a los demás. El
sujeto no puede desentenderse de la repercusión que sus acciones
tienen en la convivencia social cuya regulación también es un
elemento del acto moral.
Aparece así el doble carácter subjetivo-objetivo del acto moral:
Si bien es cierto que se presenta como actividad de un sujeto,
consciente del fin que pretende, de los motivos que lo mueven y
de los medios que pone, tiene un lado objetivo insoslayable que
le supera como es el resultado objetivo de tal acción, los
medios que emplea, las consecuencias que se siguen
Conviene advertir que, si bien venimos
hablando de "actos humanos", como objeto de la ética, éstos han
de ser entendidos en la medida en que constituyen la vida misma
del ser humano, no como hechos aislados, sino en cuanto conjunto
de conductas y de hábitos mediante los cuales vamos configurando
nuestro "carácter moral", nuestra manera de ser. No somos
generosos, por poner un ejemplo, porque ayudemos en una ocasión
a alguien; ni dejamos de serlo porque no lo hagamos en un caso,
sino que es el hecho de hacerlos habitualmente lo que da valor
moral a nuestros actos. No debería ocurrir, como dice nuestro
refranero, "porque maté un perro, llamáronme mataperros", ni a
la inversa.
DOCUMENTO 1
|
DOCUMENTO 2 Obras completas, IV, págs. 72-73 |
DOCUMENTO 3 |
DOCUMENTO 4 |
DOCUMENTO 5 |
DOCUMENTO 6 |
DOCUMENTO 7 |
8- LA NORMA MORAL
El otro plano de la moral, que afirmábamos como inseparable del
fáctico, es el aspecto normativo o reglas de acción a las que
debe ajustarse la conducta humana. Éste da a la conducta moral
su carácter de conducta obligatoria que el sujeto experimenta
como aquello que debe hacer.
Entendemos por norma un enunciado que indica una conducta que se
debe seguir.
Ahora bien, normas hay muchas, y muy variadas son las acciones
que se le exigen al hombre. De modo que necesitamos saber de qué
tipo son las normas morales y como se distinguen de otras, como
las legales, las de circulación o las de cortesía.
La obligatoriedad moral no puede entenderse sin libertad en el
hombre. Libertad previa entendida como capacidad de auto
decisión por parte del hombre y libertad para la realización de
la conducta normativa. La obligatoriedad moral no es una
"determinación a obrar" que se impone irresistiblemente. Al
contrario, cuando alguien se ve obligado a actuar en un sentido
determinado, bien sea por coacción externa o por impulso
interno, no tiene sentido la pregunta de si actuó bien o mal
porque actuó por necesidad. Sólo cuando actúa por elección cabe
exigir al agente una acción obligatoria que encauza o dirige su
conducta porque él ha aceptado previamente que sea así.
La norma moral exige una aceptación previa interna y personal,
de tal manera que podemos afirmar que ésta, a diferencia de las
demás que pueden ser impuestas desde el exterior sin más
aceptación por parte del sujeto, es la característica esencial.
De poco sirve que aseguremos al agente de circulación nuestro
desacuerdo con la norma que impone, por ejemplo, llevar el
cinturón de seguridad para evitar la multa.
Esta interiorización de la obligación es lo que expresamos con
el término conciencia: "me siento obligado en conciencia",
decimos, entendida en este caso la conciencia como capacidad de
des cubrir en nosotros la norma moral.
ORIGEN DE LA NORMA MORAL
Al menos en este sentido se puede afirmar que la norma morales,
a diferencia de las otras, se las da el hombre al mismo, tanto
ni proceden de su razón como de otra fuente distinta. Esta
diferencia de opinión sobre el origen de la norma moral da lugar
a las llamadas morales autónomas y heterónomas respectivamente.
Las morales autónomas afirman que el hombre no lo se apropia de
la norma de conducta, sino que las encuentra en propia "razón
práctica", término que se debe al filósofo I. KANT y que designa
a la misma razón humana en cuanto descubre en ella misma y se da
a si misma Ias normas reguladoras de la conducta.
Esta razón descubre en si una "ley universal": al atenerse a
ella, y sólo porque se atiene a ella, obra moralmente sin que
puedan ser tenidas en cuenta otras condiciones, como el fin
perseguido o el efecto que se pueda seguir de la acción o la
aceptación de una ley que proceda de la voluntad de alguien
superior.
Las morales heterónomas, en cambio, consideran que la norma
moral, aunque el hombre la encuentra en su razón o conciencia,
en último término proviene de una fuente externa a él en la que
tiene su base y fundamento. Por ejemplo: el orden cósmico, la
naturaleza, la religión, los códigos sociales, etc. De ahí "la
heteronomía" del acto moral. Tal acción es buena porque lo marca
la ley de Dios, o porque es conforme con la naturaleza del
hombre o con el sistema de normas de una sociedad.
Ambas morales coinciden en afirmar el carácter obligatorio de la
norma moral, pero difieren en el hecho de mantener posturas
opuestas al señalar el origen o procedencia de esa
obligatoriedad.